Ceresole y el Piketerismo
En su libro "La Falsificación de la Realidad", Norberto Ceresole hace un análisis muy importante y novedoso acerca de la historia reciente de nuestro país. En especial, sus líneas abordan las problemáticas que nos aquejan en el presente, el clima de incertidumbre y crispación social que día a día se ciernen sobre nosotros. El polémico intelectual argentino, se ha caracterizado en sus últimas obras -con una trayectoria de treinta años en materia literaria- por desentrañar la poderosísima influencia del lobby judío en nuestra Patria, en particular, por echar luz sobre el atentado a la Embajada de Israel y la AMIA. Lo siguiente es parte de un capítulo de este libro, donde hace referencia a la cuestión racial en la Argentina, desde una perspectiva que difiere en gran medida a lo sostenido desde el campo nacionalista, lugar al cual se ubicó erróneamente al autor en sus últimos años de vida. Quizás olvidando que Ceresole tenía un arraigado origen marxista-clasista, lo cual explica mejor su discurso lindante con el que actualmente utiliza el piquetero Luis D'Elia, en esa suerte de "racismo anti-blanco", que históricamente practicó el comunismo en otras partes del mundo. Y también con la retórica apologista de ladrones y asesinos que aterrorizan a nuestra sociedad. Más allá del valor de esta y otras obras, de los aciertos y los controvertidos conceptos aquí vertidos, creemos necesario esclarecer acerca de la naturaleza de cierto discurso piqueteril que cada día cobra más fuerza.
Etnia mayoritaria, etnia minoritaria, distribución del poder y control territorial
La etnia cuantitativamente mayoritaria es políticamente minoritaria -no tiene "representantes" étnicos; se encuentra económicamente desposeída -carece de medios significativos de producción- al final de un proceso histórico de expropiación (desde los telares norteños hasta las fábricas militares de alta tecnología); y además está socialmente excluida: fue expulsada hacia territorios geográficos considerados secundarios por el sistema de poder edificado por la etnia blanca minoritaria (Patagonia, Noroeste, zonas marginales urbanas y suburbanas, etc.). Además, carece de cualquier tipo de presencia en los "aparatos culturales" de la "nación" así construida. Desde las universidades blancas, públicas y privadas, se considera que esa etnia mayoritaria carece, simplemente, de cultura y de ideología. Naturalmente que ellas existen, pero están diferenciadas, son identitarias, por lo tanto invisibles a los ojos de los ilustrados e iluminados. La etnia cuantitativamente minoritaria es políticamente mayoritaria -todos "los representantes del pueblo" expresan los diferentes matices de sus intereses- es la propietaria de los pincipales medios de producción y domina los enclaves territoriales estratégicos, principalmente los territorios urbanos y, en especial, el centro administrativo del país: la capital federal. Pero sobre todo esa etnia es absolutamente hegemónica en los "aparatos culturales", estatales y privados. Hay, hoy en la Argentina, una etnia minoritaria dominante y una etnia mayoritaria dominada. Entre esos dos polos está planteado el conflicto, que es simultáneamente étnico, social, económico, cultural y religioso. Por ello la gran lucha que se avecina no se dará bajo la forma de un enfrentamiento entre distintas facciones (partidos) de un mismo sistema. Ni siquiera entre dos clases antagónicas. Esas formas de acción ya se han agotado definitivamente. El nuevo campo de combate estará delineado entre una concepción etnoterritorial de la política (la reconquista de la nación desde su periferia "bárbara" excluida) y un conjunto de partidos (de "izquierda", "centro" y "derecha") que representan el mismo "territorio", la misma "civilización y la misma etnia "extranjera": aquel fragmento de Argentina que hoy, luego de un largo proceso de despojo, dispone de la suficiente "velocidad" económica como para seguir viviendo en un status internacional periférico. Cada día que pasa, la resistencia (fenómeno distinto y distante al de la "oposición") al gobierno es más un fenómeno etnosocial y etnoterritorial que un fenómeno simplemente político. Por primera vez, tal vez desde 1945 (pero en ese entonces con un movimiento migratorio ya instalado en la Capital Federal Gran Buenos Aires y con acceso a importantes resortes del poder), asistimos a un fenómeno, no tanto político cuanto etnodemográfico, y más que "partidario", etnoterritorial. He aquí un hecho histórico trascendente que debe ser rescatado con toda urgencia: los espacios interiores se han proyectado, por fin, rodeando demográficamente al núcleo administrativo central, hegemonizado por una dirigencia blanca y occidental que logró extrañas formas autonómicas para el viejo puerto "unitario". Ya más de la mitad de la población que vive en el Gran Buenos Aires (más de 8 millones de personas) no son nacidas en esos distritos, y sí en otras provincias. Si bien no existen datos oficiales al respecto, extrapolando diversas variables, es posible ver con exactitud cuáles son las provincias centrifugadoras de población y cuál la centripetadora. Las provincias con mayor tasa de crecimiento demográfico (nacimientos) son a su vez las de más bajo crecimiento poblacional absoluto. Los grandes cinturones de pobreza y marginalidad que rodean a las ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, en ese orden decreciente, son las grandes bombas aspirantes de la población "excedente" de Tierra del Fuego, Neuquén, Santa Cruz, etc. Las grandes regiones despobladas son Patagonia y Noroeste. Este proceso representa una guerra racial. Una guerra de exterminio colonial contra los "bárbaros" originales, primitivos habitantes de un territorio que hoy está siendo vaciado para beneficio exclusivo de la colonización económica en esta etapa de "nuevo orden mundial". Rodeando al centro administrativo portuario (y a otras grandes unidades urbanas blancas con muchas similitudes con algunas regiones desarrolladas del "primer mundo") se han instalado los "Cabecitas negras" hambrientos y miserables, los "soldados negros", de un futuro "ejército popular" que hoy sólo necesita cuadros de conducción. Ese "etnoejército", ignorado por la clase política y las cúpulas militares, representa aproximadamente, sólo en el "gran Buenos Aires", el 15% de la población total del país. Expresa con claridad absoluta la actual degradación de la Argentina toda, pero también la posibilidad de su transformación revolucionaria. Expresa, sobre todo, la naturaleza del conflicto futuro; la verdadera polarización de la sociedad argentina. En el Gran Buenos Aires el 25% de los habitantes viven por debajo de lo que los estadísticos llaman "línea de pobreza". Lo importante del caso es saber que esa "línea de pobreza" ya no será "levantada" por las modificaciones naturales del ciclo económico (recesión/expansión/recesión). La expansión ("reactivación", "recuperación") dentro del ciclo no modificará la tendencia por la cual el funcionamiento tanto del plan económico como la racionalidad de la teología de la globalidad exigen una exclusión etno-social y etno-territorial constante y creciente. Así funcionan hoy en la Argentina las relaciones entre política, sociedad y economía. Y no es para menos. En esas "villas miseria" instaladas entre el Gran Buenos Aires y la Capital Federal viven más ciudadanos que la totalidad de habitantes que hoy puebla la inmensidad de la Patagonia argentina. Si bien gran parte de la pobreza, de la marginalidad y de la exclusión excede largamente la geografía "villera" en la Argentina, ya que ella es abarcante de toda una etnia, es decir, una cultura, los hombres que la producen y el suelo que pisan, conviene recordar que esos asentamientos de horror están habitados, en una gran mayoría por "negros" jóvenes. El 50% de la población total de las villas tiene "edad carcelaria" o, por lo menos, "pre-carcelaria". En efecto, el 50 por ciento de esa población son menores de 14 años, mientras que los menores de 22 años representan el 60% del total. La forma que la violencia está tomando en la Argentina es idéntica a la de otras estructuras sociales "subdesarrolladas" y/o marginales respecto del "ecumene". Eclosionan en el seno del grupo social más reprimido y excluido, en toda la línea que va desde una cárcel hasta una villa miseria, desde donde en verdad se alimenta el incremento de la población carcelaria. Esa franja demográfica es joven, pobre y "negra". Ser pobre, ser "negro" y ser joven es ya, en sí, un pre-delito, dados los parámetros culturales dentro de los cuales se mueve nuestra sociedad "multiracial" con hegemonía blanca, europea y con una clase media profundamente judaizada. En esa amplia franja etnodemográfica de "negros", pobres y excluidos y, aún más, dentro de las crecientes poblaciones carcelarias, cada vez más jóvenes y cada vez con menos oportunidades, puede estar oculto el coraje que necesita la revolución nacional y etno-popular en esta etapa de las guerras globales interraciales. La mecánica de las últimas rebeliones carcelarias demuestra que dentro de las prisiones se reproducen los mismos mecanismos de poder que existen fuera de ellas, sólo que sin la mediación de un sistema político, que es lo que ya está desapareciendo en la sociedad no carcelaria. En la prisión, el cumplimiento de una orden emitida, para asegurar su efectivo cumplimiento, debe estar basada en la pura violencia. Fuera de la prisión, la violencia, que es mucho más desmedida y, aun, efectiva, actúa sólo en última instancia, luego de un proceso tendiente a lograr consenso, en primera instancia. Esa primera fase es lo que desaparece cuando entra en crisis el sistema político. En muchos casos la delincuencia es un acto de rebelión realizado por personas cuya formación cultural y política ha sido planificada y acotada por la etnominoría gobernante. La pregunta necesaria es ¿Por qué tan pocos excluidos -"negros", pobres y jóvenes- optan por el camino de la violencia social, siendo el caso de que sus opciones, dentro de la "legalidad" blanca, son cada vez más estrechas? En verdad ha sido esa "legalidad" no sólo "burguesa" sino además étnica quien los ha convertido en "penados". Hay una gran similitud entre la violencia que ejercen los "delincuentes" sociales negros-pobres y la que ejercen los cuadros más bajos de las policías que también son pobres y "negros". Naturalmente que el hombre no ha nacido esencialmente bueno. La violencia está incorporada, en grados diferentes, en los circuitos nerviosos de los individuos. Sólo que es mucho más probable que un violento rico-blanco puede causar mucho más daño social, dado el complejo entramado de "protecciones" de que dispone, desde las educativas hasta las de seguridad. No hay más delincuentes sociales porque todavía existe el recuerdo de la existencia de un "Estado de bienestar", y la secreta esperanza, en esos grupos excluidos, de que retornará, algún día, mágicamente. En ese punto radica, precisamente, su incultura política: en su incapacidad de traducir la violencia individual que existe en ellos en "estado químicamente puro", por así decirlo. En gran parte, muchos de esos hombres jóvenes que se han convertido en líderes en un mundo que sólo acepta el lenguaje de la violencia (es decir, que ha descartado absolutamente el lenguaje "político"), no han podido evadirse de la violencia pura proyectada hacia la violencia política, por falta de traductores. No pueden pasar del yo al nosotros. En una época existió en la Argentina mucho coraje instalado en los sectores más iluminados (en el buen sentido de la palabra) de la clase media blanca. Pero era un coraje ideologizado que no pudo conectar con la "cultura popular negra". En gran parte aún afectada por el cálido recuerdo de un Estado de bienestar al que siempre invocó -en tanto pasado- la "resistencia" peronista. En gran parte esta Argentina oprobiosa que hoy existe se fundamentó en el enorme crimen que significaron esos "cadáveres necesarios". Puede que hoy no quede otro camino que ir hacia el segmento más violento del "bajo pueblo". Y comenzar por entender sus "penas", la naturaleza de las "penas" que sufren los "penados". Sólo a partir de allí se podría intentar "traducir" su violencia, orientándola hacia el enfrentamiento con una sociedad satánica que nos destruye a todos, todos los días. Todas las otras formas de existencia de los "negros" pobres -desde las sindicales hasta las religiosas- ya fueron conquistadas por el enemigo desde hace mucho tiempo. Ese camino incluso debería ser promovido o al menos aceptado por aquellos sectores de las fuerzas de seguridad que deben convivir con el peligro de la violencia social de los excluidos. Sería la forma de evitar la estratificación en el tiempo de una "violencia horizontal" que enfrenta a "negro pobre" contra "negro pobre". La traducción, es decir, la politización de la violencia pura, su transformación en violencia organizada hacia objetivos polarizados entre el "nosotros" y el "ellos", sólo puede traer beneficios para los "negros de uniforme" y para una parte, al menos, de sus jefes. A nivel de hipótesis en la Argentina se abre la posibilidad de la insurgencia de grupos político-militares que en gran parte constituyen antiguas y nuevas fracturas de las Fuerzas Armadas y, aun de Seguridad, cuyas cúpulas son parte del campo enemigo. Las transformaciones profundas que proponemos sólo se podrán lograr desde un proceso de interacción entre nuevas organizaciones políticas emergentes y franjas de las fuerzas armadas y de seguridad que dispongan de un proyecto alternativo al de las actuales cúpulas. La gran lucha que se avecina no se dará bajo la forma de un enfrentamiento entre distintas facciones (partidos) de un mismo sistema. Esa forma de acción ya se ha agotado definitivamente. El nuevo campo de combate estará delineado entre una concepción territorial de la política (la reconquista de la nación desde su periferia excluida) y un conjunto de partidos (de "izquierda", "centro" y "derecha") que representan el mismo "territorio": la Argentina que dispone de la suficiente "velocidad" económica como para seguir viviendo de un status internacional periférico. Las Argentinas que marchan a velocidades económicas cada vez más lentas estuvieron hasta el momento falsamente representadas a través de "señores feudales" y de filiales de "partidos" cuya casa matriz tenía como función primordial evitar que esas regiones se integraran al núcleo económico de alta velocidad. La ruptura de la unidad nacional y el fraccionamiento territorial se originan en esas fallas cuasi geológicas que nacen desde las distintas velocidades de los diversos espacios económicos de un mismo país, y que amenazan con convertirse en fracturas profundas e irreversibles. Los recientes movimientos sociales (año 1998) que se han iniciado en regiones históricas tradicionales, de fuerte concentración demográfica (y, por lo tanto, de alta expulsión de población hacia otras zonas con velocidades más elevadas), y con contenidos culturales que hacen al fundamento de este país; esos movimientos sociales están inscriptos en el nuevo espacio de combate antes delineado. No son movimientos que aspiren a sumarse a filiales de partidos o de sindicatos cuya casa matriz está instalada en Buenos Aires. Son movimientos cuya única posibilidad de supervivencia está localizada en un giro copernicano de los contenidos políticos tradicionales. Incluso en una transformación esencial de los viejos discursos culturales, incluidos los discursos "nacionalistas".
No soy de la opinión de Ceresole pero es evidente que hay una lucha silenciosa entre argentinos blancos y argentinos de piel más oscura (sin importar porcentajes de pureza y otras extravagancias del nazismo más vulgar). Lo más loco es que por cierta contracultura delincuencial, hoy vemos a muchos muchachos blancos de ojos claros intentando ser negros rastafaris o salseros caribeños. Una burla contra sí mismos...
ResponderEliminarLo más interesante es el concepto de "negros uniformados": La mayoria de policias, gendarmes y militares son mestizos de rasgos excesivamente indigenas. Se podrá discutir si un argentino cualquiera tiene un antepasdo indio pero lo innegable es que nuestro pueblo se caracteriza por ser la Europa de Latinoamérica. Es desalentador que nuestras fuerzas armadas esten compuestas por individuos con hambre pero no de gloria.
EN HONOR A LA VERDAD DEBO HACER UNA CONFESIÓN: ANTES LA SOCIEDAD ARGENTINA ERA MAYORITARIAMENTE EUROPEA INCLUYENDO SUS F.F. A.A. PERO TENÍA UN DEFECTO: CAÍA EN EL BURDO LIBERALISMO DE MARTINEZ DE HOZ Y CAVALLO. ES UNA VERGÚENZA QUE EL GLORIOSO EJÉRCITO ARGENTINO HAYA PELEADO PARA EL PODER JUDÍO DE LAS FINANZAS INTERNACIONALES (SE COMBATIÓ AL MARXISMO JUDÍO PARA ENTRONIZAR AL CAPITALISMO TAMBIÉN JUDÍO: ¡GUERRA DE HEBREOS Y NOSOTROS EN EL MEDIO!).
Lo importante, más allá de la no menos importante cuestión racial, es desterrar al marxismo que también genera exclusión. ¿Los blancos no somos personas con derechos humanos? Yo soy de tez clara y ojos verdes y vivo en uno de los peores barrios de la ciudad. Me siento totalmente discriminado cuando tildan a mi gente de oligarca.
También es menester destruir al liberalismo que tantas personas ha destruido. En vez de explotar a la gente de menor cultura, debería ocuparsela en diversos trabajos en pos de la historia: Acueductos, caminos, puentes y otras obras trascendentales como pirámides, se han logrado gracias al genio creador de la personalidad superior y al esfuerzo motor del hombre inferior.
No es por nada pero la solución al problema étnico en América es la repatriación de los negros al África, la ampliación de las comunidades indigenas, la creación de una casta mestiza que agrupe a los peores elementos raciales con el fin de emplearlos en trabajos comunitarios (drogadictos, delincuentes, prostitutas, homosexuales y otros parias no blancos deben trabajar para reparar los daños cometidos contra la Argentina), expulsión definitiva de judíos y rehabilitación de argentinos blancos corrompidos por la cumbia villera y otras mierdas vendidas por el judaismo.También puede intentarse una asimilación - depuración - mediante eugenesis de aquellos elementos que no fueron tan afectados por las ideas modernas y el mestizaje extremadamente vulgar (idea propuesta por el difunto Miguel Serrano que proponía una Sudamérica blanca.Estas medidas, sumadas a una inmigración selectiva y a una política de deportación de asiáticos y de otros no blancos,harán de la Argentina una tierra elegida que no tendrá miedo a honrar la personalidad y el supremacismo de la misma por encima del instinto gregario de las democracias y el comunismo.
Un abrazo a todos los camaradas.