miércoles, 9 de diciembre de 2009

Niños Deportados

Niños Ingleses Deportados hacia Australia
Más de 150 mil niños ingleses huérfanos fueron enviados a otros países como parte de un programa, muchos fueron abusados y olvidados; ahora se les pide perdón.
Cuando Gran Bretaña era un gran imperio, con colonias en todo el mundo, necesitaba poblarlas, y al mismo tiempo, deshacerse de quienes no les convenían. Lo hicieron con prisioneros, a quienes enviaron a Australia en el Siglo XVIII. Pero también con huérfanos. Unos 150 mil de ellos durante el Siglo XX. Miles fueron enviados a lugares como Canadá y Australia, con la promesa de una vida mejor. Pero a cambio de ellos, fueron enviados a instituciones del estado, donde fueron abandonados y olvidados. Muchos vieron su sueño de una vida mejor totalmente destruida, siendo abusados física y, en casos, sexualmente. Ya el gobierno Australiano, por medio de su Primer Ministro, Kevin Rudd, se ha disculpado con los 'Niños Olvidados', de los cuales sobreviven aún muchos. La corona británica dice que hará lo mismo pronto, aceptando con ello que la política de enviar niños a sus dominios de ultramar fue algo no sólo equivocado, sino cruel. Australia necesitaba una población. Gran Bretaña se dio cuenta de una gran ventaja también: los orfanatos en su colonia eran diez veces más baratos. John Hennessy fue unos de esos pequeños, él insiste que fueron engañados: 'se nos decía que canguros nos llevarían a la escuela, que era el país de la leche y la miel, frutas por doquier... éramos inocentes, y nos lo creímos'. En vez de ello muchos fueron abusados por pedófilos, o tratados como esclavos.
Entre 1940 y 1967 el Reino Unido deportó a las colonias a decenas de miles de niños sin recursos. Australia pidió perdón por los malos tratos que recibieron los menores acogidos, que ya adultos, esperan un arrepentimiento de su país de origen. George Harper se creía el protagonista de "una gran aventura" cuando a los nueve años se embarcó en su Escocia natal hacia Sidney. Las autoridades estatales habían convencido a sus padres, que carecían de medios para su sustento, de que accedieran a enviar al niño a Australia, bajo la promesa de que allí le esperaba "una vida mejor". Ese destino compartido con otros niños de Fairbridge, su pueblo, se trocó pronto en una pesadilla. Lo que el nuevo mundo deparaba a George fue convertirlo en mano de obra en una granja remota, donde sufrió reiterados abusos físicos y psicológicos hasta que cumplió 17 años. Volvió a saber de sus progenitores cuando en 1999, ya jubilado, regresó a tierras escocesas. Ambos habían muerto. A tantos británicos cuya infancia fue sinónimo de explotación, de pérdida de identidad y raíces, expresaba su disculpa hace poco el primer ministro australiano, Paul Rudd. "Os pedimos perdón por haber sido arrebatados de vuestras familias, perdón por los sufrimientos físicos, por la tortura emocional, por la fría ausencia de amor, ternura y cuidados", declaró en una ceremonia celebrada en Canberra ante la presencia de centenares de supervivientes, los llamados "australianos olvidados". A lo largo de tres décadas que abarcan hasta 1967, entre 7.000 y 11.000 niños procedentes de la metrópoli británica fueron deportados a Australia, bajo el popular eslogan de la época que rezaba "el niño, el mejor inmigrante". La cifra se multiplica al menos por 10 cuando se contabiliza el total de niños enviados a diversos países de la Commonwealth, principalmente a Canadá y Sudáfrica. El grueso de los niños tenía entre 3 y 14 años y procedía de los estratos sociales más bajos. Estaban en instituciones regentadas por el Estado o la Iglesia, aunque sólo una minoría (alrededor de 15%) eran huérfanos. El resto tenía familia. Algunos padres tuvieron la opción de elegir dónde sus hijos serían recolocados, pero a muchos se les hizo creer falsamente que sus retoños iban a ser adoptados por parejas de clase media en Gran Bretaña. Todos estaban convencidos de que entregaban a sus hijos a un futuro repleto de posibilidades, cuando en realidad fueron desviados hacia las colonias para desempeñar trabajos impropios de la edad y ser recluidos en centros supuestamente caritativos en los que recibieron un trato denigrante. Detrás de esta historia trufada de mentiras, crueldad y completa dejación oficial subyace el interés del gobierno británico por desprenderse de lo que consideraba una carga. Las autoridades australianas estaban encantadas de recibir esas "remesas" de niños porque, en palabras del entonces ministro de Inmigración, Arthur Calwell, se necesitaba "una inyección de sangre blanca". A muchos pequeños se les comunicó que sus padres habían muerto. La política oficial implicaba además separar a los hermanos en el nuevo país. Theresa Whitfield todavía presenta bien visibles las cicatrices que testimonian los malos tratos que recibió en un orfanato en Neerkol, enclave rural en el norte de Queensland. Los castigos eran frecuentes si la chica no cumplía con su dura jornada de trabajo. Sólo tenía ocho años cuando llegó a aquel inhóspito lugar. Sandra Anker tenía seis años cuando fue enviada -o, como ella prefiere decir, "fue exiliada"- a la Australia de 1950. Pensaba que su destino estaba en África, escenario de los sueños aventureros de su infancia, pero acabó en Melbourne. "Pasé muchos años esperando que alguien se diera cuenta del error y acudiera a rescatarme", explica hoy. La Sandra adulta sigue reclamando las explicaciones del gobierno británico, una disculpa nacional que se equipare al menos con la expresada por los australianos: "Hemos sufrido a lo largo de toda nuestra vida y nadie en Londres quiere escucharnos. ¿Cómo se suponía que íbamos a regresar a nuestro país de origen y localizar a nuestras familias? ¿Por dónde empezamos?" Toda esa rabia, alimentada por años "de miseria, de no saber de dónde eres o quién eres", encierra para Sandra y los niños olvidados un único anhelo, la necesidad de sentirse de nuevo "bienvenidos en la que fuera nuestra tierra de nacimiento". John Hawkins también fue 'exportado' siendo su madre soltera, se le dijo que su hijo sería adoptado por una pareja británica. En realidad se le colocó en un barco y enviado a Australia. Hawkins busca no solo una disculpa del gobierno británico, sino también una compensación: 'No se como se nos puede pedir perdón únicamente. No solo perdimos nuestra infancia, perdimos nuestro lugar de nacimiento, nuestras familias, todo... y fue deliberado, e innecesario'. Pronto tendrán la disculpa. La compensación será algo mas complicado. Pero el tiempo apremia también. Los que sobreviven, se acercan ya a los 80 años de edad. Los 'Niños Olvidados' han sido por fin recordados. Alrededor de quinientos mil niños de diversos orígenes ingresados en orfanatos y centros caritativos australianos entre 1920 y 1970. Y cerca de cien mil fueron deportados a los países del Commonwealth.
En esos mismos años en que la corona británica consumaba semejante bestialidad, su política de hostigamiento hacia aquellos gobiernos que consideraba "enemigos" llevó al criminal de Boers, sir Winston Churchill, a celebrar el derrocamiento del gobierno argentino del general Perón, cuya política social afirmaba que "los únicos privilegiados son los niños".

1 comentario:

  1. Los felicito por el informe ya que no sabía nada del tema en cuestión. Muy bueno. El blog y su temática también me agradan.
    No tengo mucho más que decir salvo felicitarlos y alentarlos para que sigan en la misma senda. Por mi parte, los invito a leer mi blog.
    Les mando un abrazo y les deseo todo lo mejor para el año venidero.

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