miércoles, 9 de septiembre de 2009

Un Cuento de Picaso

La verdadera historia del Guernica
("La Muerte del Torero Joselito")

Como buen español Picaso amaba las corridas. La muerte del famoso torero Joselito, uno de sus predilectos, le causó por consiguiente gran aflicción, y para celebrar su memoria se puso a trabajar en una enorme tela de ocho metros por tres y medio, que llenó de figuras de expresión trágica y colores tristes. Era, en todo caso, el año 1937. En España, la guerra civil estaba en pleno furor, y el gobierno anarcosocialmonunista se dirigió a Picasso encargándole un cuadro para el pabellón republicano, en la Exposición Universal programada para el año siguiente en Paris. Picasso (que llegaría ser, no por azar, uno de los artistas más ricos de la historia) tuvo una idea genial: hizo algunas modificaciones en la tela del torero, la rebautizó con el nombre de Guernica (la ciudad vasca bombardeada por la aviación alemana e italiana) y la vendió al gobierno “popular” en la módica suma de 300.000 pesetas de esa época, algo así como un millón y medio de euros de hoy, que desembolsó Stalin a través del Komintern. El supuesto “Minotauro” que aparece en el cuadro, no es otra cosa que el toro que mató a Joselito, y el caballo es del picador, destripado en la arena por el mismo animal. Ese día no hubo mercado. Se construyó un verdadero mito ideológico en torno a un hecho histórico, que asimismo es fruto hoy en día de una merecida revisión: Guernica constituía un objetivo militar normal… en la ciudad se encontraban dos fábricas importantes de armas livianas y bombas de aviación… punto de cruce caminero y ferroviario para los republicanos que combatían a doce kilómetros de la ciudad, llena de soldados y medios militares. No era en modo alguno la “bucólica aldea sagrada donde mercaderes y lugareños llevaban pacíficamente sus pobres cosas…” Ciertamente la ciudad aparece semidestruida en documentos fotográficos y cinematográficos; pero eso ocurrió (como lo demostró una comisión internacional y fue también verificado por el tribunal de Nüremberg que "juzgó" a los altos mandos militares alemanes) porque los comunistas y los anarquistas, antes de retirarse, rociaron todo cuanto pudieron con bencina y lo incendiaron. No se encontró cráter alguno de una bomba en las ruinas quemadas del centro histórico… los barreneros anarquistas de Asturias hicieron explotar muchos edificios con dinamita para crear obstáculos a la tropas franquistas. Más allá de los hechos históricos y de las consideraciones que puedan derivarse o concluirse, es un gran llamado de atención en relación a cómo el arte puede ser objeto de manipulaciones, y de lo que puede haber detrás de la historia de un cuadro.

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