Greenpeace miente al servicio de la corona
Ataques al desarrollo nuclear y al desarrollo carbonífero argentinos
Nada nuevo que Greenpeace se dedique a mentir y tergiversar en sus distintas, costosas y estruendosas campañas mediáticas. Ahora sus más virulentos ataques se centran en difamar la actividad nuclear argentina -la cual es un verdadero orgullo para todos los argentinos de bien-, y en oponerse al montaje de la central termoeléctrica a carbón que se está concretando en Río Turbio, allá al pie de la Cordillera de Los Andes y junto a la desolada frontera chilena. Analicemos para desentrañar las tramoyas y engaños -por cierto el modus operandi- de los “greenpicianos” y otras transnacionales de la ecolatría.
La actividad nuclear está resurgiendo con mucha fuerza en todo el mundo, y prueba de ello son las numerosas usinas nucleares en construcción en diversos países que dominan esta avanzada tecnología, dentro de los cuales Argentina está en el “top ten” (entre los 10 países más avanzados tecnológicamente en el campo científico nuclear), y por cierto no en el último de lugar de esos 10. Una breve e incompleta lista de países que están construyendo centrales nucleares incluye a Finlandia (tiene en construcción la más grande), Rusia, China, India, Brasil, EEUU, Francia, y por supuesto Argentina. Por otra parte, pese al corrosivo accionar de “los verdolagas” (los ecólatras), Italia, España, Suecia y Alemania están reconsiderando seriamente volver a construir grandes centrales nucleares, por la nociva dependencia que padecen respecto al gas natural importado, dependencia que por cierto los “espejitos de colores” de las energías solar, eólica y otras (promocionadas hasta el absurdo paroxismo por los fundamentalistas de la ecología) no pueden solucionar.
Pero volvamos al meollo del tema. Como -afortunadamente- Greenpeace, World Wild Found con su filial “argentina” Vida Silvestre y otros activistas ultras del “ecologismo talibán” no pudieron paralizar la construcción de Atucha II, ahora apuntan su artillería difamatoria y falaz, con el objetivo de impedir la concreción de Atucha III y las imprescindibles tareas de repotenciación-extensión de la vida útil de Embalse. Además sin duda esos falsos “ambientalistas” quieren impedir los avances del proyecto CAREM, una central nuclear modular de diseño totalmente nacional -y por cierto muy avanzado-, que Argentina producirá en serie, tanto para el ávido mercado local como para exportación. La importancia de todo este amplio plan nuclear en marcha es múltiple. En lo concerniente a la generación eléctrica, triplicará largamente la producción de electricidad proveniente de nuestras usinas nucleares, en el breve lapso de 7 a 8 años. Consecuentemente, será un valioso aporte para solucionar la tremenda crisis energética en la que nos sumieron décadas de políticas económicas neoliberales (desde 1976 a 2001), contra la cual los “talibanes de la ecología” jamás protestaron; ¿cómo lo iban a hacer si son parte activa de los promotores de la disolución nacional?
Por supuesto que la enorme masa de energía nuclear adicional, ahorrará cuantiosas cantidades de petróleo y gas natural, que de otra forma se quemaría en nuevas centrales termoeléctricas, produciendo -estas usinas en base a petróleo y gas, que por otra parte no tenemos- enormes cantidades de gases, líquidos y residuos sólidos altamente contaminantes. ¡Pero los ecólatras jamás protestan en estos pagos contra las usinas en base a petróleo y gas! ¿Parece un contrasentido? ¡NO! Greenpeace, Vida Silvestre y similares no pueden ni quieren oponerse a sus “patrones”, las grandes petroleras anglosajonas (de Gran Bretaña y EEUU), que son sus promotores y “espónsores”. ¡Como se ve, más que “ecologistas” son verdaderos fariseos del fundamentalismo ecologista!
Pero Greenpeace va más lejos aún, tiene la osadía de difamar acerca del valiosísimo accionar de todo el Sector Nuclear Argentino, liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Lamentablemente el argentino medio desconoce la vastedad, profundidad y enorme importancia social, económica y estratégica de los Entes Nucleares Argentinos. No sólo su accionar es insustituible para la producción de insumos para tratamientos oncológicos (irradiación de tumores cancerosos), sino también para otros estudios médicos no invasivos. También realiza estudios de resistencia de materiales y otros trabajos de investigaciones, con directa aplicación en la Industria Argentina. Por cierto, se domina y produce todo el proceso de fabricación de combustibles nucleares y del agua pesada, además de prospecciones mineras para la extracción de uranio. Se diseñan y fabrican reactores nucleares para fines pacíficos (medicinales y de investigación). Su campo tecnológico se extiende además a otras áreas de la ciencia avanzada, por intermedio de la empresa asociada INVAP (una estatal rionegrina que nació al amparo de la CNEA), la cual no sólo produce reactores nucleares. También diseña y fabrica satélites, radares, usinas eólicas y otros productos tecnológicos a medida de los requerimientos nacionales.
¡Y no solo se abastece al mercado interno, también se exporta! Hasta le ganamos licitaciones internacionales a empresas estatales del Primer Mundo! Así se entiende la “furia” de Greenpeace contra el Sector Nuclear Argentino, aguijoneada por sus “patrones” británicos. Los ataques contra la central eléctrica a carbón que se está montando en Río Turbio -Santa Cruz- tienen de última similares patrones de motivaciones por parte de Greenpeace. Miente esa transnacional del talibanismo ecologista, al afirmar que esa usina “provocará los derretimientos de los glaciares”. Eso es un absurdo, que solo pueden creer incautos, gentes muy mal informadas, o los “negacionistas psicológicos” que solo repiten el libreto que les inculcaron, previo lavaje de cerebro, tal como sucede con los “perejiles” del violento activismo ultra ecologista.
En las vastedades patagónicas, los gases que emitirá esa nueva usina, serán como una gota de agua en el desierto, totalmente irrelevantes. Pero en cambio será significativo el aporte de esa nueva usina, tanto para proveer una fuente genuina de trabajo en nuestro deshabitado extremo sur continental argentino, para utilizar un insumo local y nacional a muy bajo costo (casi al pie de la mina); y sobre todo contribuirá a ahorrar petróleo y gas natural, que es lo que molesta a los “esponsoreadores” anglosajones de Greenpeace.
Por si a algunos incautos o inocentes les quedara alguna duda, es bueno recordar que esa transnacional de la ecología, de orientación ultra que bien puede catalogarse como incluida en la ecolatría (idolatrización de la ecología), es vox populi entre estudiosos en la materia que en los hechos opera como un apéndice al servicio del British Council (operado desde el riñón del poder británico, y apoyado por el Servicio Exterior, British of Foreing Relations y Embajadas) y del MI6 (el Servicio Secreto Británico), y su fuente principal de financiación proviene de la petrolera anglo holandesa Shell.
Su creación fue consecuencia del montaje del Club de Roma, institución operada desde los mega poderes financieros del G 7 (Grupo de los Siete, o sea EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón); institución de muy bajo perfil desde la cual se operó para crear el movimiento ecologista transnacional, de neto corte fundamentalista, que de hecho opera como una neoreligión pagana; cuyo objetivo es inducir al subdesarrollo crónico, borrando a su vez todo vestigio de Sentimiento Nacional en sus huestes de militantes fanatizados. Bajo la pantalla de la supuesta preocupación por “el medio ambiente”, el Club de Roma y sus acólitos en realidad trabajan para impedir que “el resto de las naciones” (o sea las no desarrolladas) puedan salir del estadio del subdesarrollo crónico. En los hechos el Club de Roma “dicta letra” acerca de los dogmas ultraecologistas que se retransmiten a escala planetaria mediante los medios de comunicación pseudo culturales y otros manejados desde el G 7 (Grupo de los 7), los que operan según el “pensamiento políticamente correcto”, y mercenarios varios. ¿Cuándo tronará el escarmiento contra estos apátridas que actúan para disolver Nuestra Patria Argentina, y las Patrias Hermanas de Latinoamérica? No fue casual que la Rusia de Putin expulsó a más de 100 ONGs “ecologistas y de derechos humanos”, con sólidas acusaciones de espionaje y acciones disolventes contra el Estado Nacional.
Nada nuevo que Greenpeace se dedique a mentir y tergiversar en sus distintas, costosas y estruendosas campañas mediáticas. Ahora sus más virulentos ataques se centran en difamar la actividad nuclear argentina -la cual es un verdadero orgullo para todos los argentinos de bien-, y en oponerse al montaje de la central termoeléctrica a carbón que se está concretando en Río Turbio, allá al pie de la Cordillera de Los Andes y junto a la desolada frontera chilena. Analicemos para desentrañar las tramoyas y engaños -por cierto el modus operandi- de los “greenpicianos” y otras transnacionales de la ecolatría.
La actividad nuclear está resurgiendo con mucha fuerza en todo el mundo, y prueba de ello son las numerosas usinas nucleares en construcción en diversos países que dominan esta avanzada tecnología, dentro de los cuales Argentina está en el “top ten” (entre los 10 países más avanzados tecnológicamente en el campo científico nuclear), y por cierto no en el último de lugar de esos 10. Una breve e incompleta lista de países que están construyendo centrales nucleares incluye a Finlandia (tiene en construcción la más grande), Rusia, China, India, Brasil, EEUU, Francia, y por supuesto Argentina. Por otra parte, pese al corrosivo accionar de “los verdolagas” (los ecólatras), Italia, España, Suecia y Alemania están reconsiderando seriamente volver a construir grandes centrales nucleares, por la nociva dependencia que padecen respecto al gas natural importado, dependencia que por cierto los “espejitos de colores” de las energías solar, eólica y otras (promocionadas hasta el absurdo paroxismo por los fundamentalistas de la ecología) no pueden solucionar.
Pero volvamos al meollo del tema. Como -afortunadamente- Greenpeace, World Wild Found con su filial “argentina” Vida Silvestre y otros activistas ultras del “ecologismo talibán” no pudieron paralizar la construcción de Atucha II, ahora apuntan su artillería difamatoria y falaz, con el objetivo de impedir la concreción de Atucha III y las imprescindibles tareas de repotenciación-extensión de la vida útil de Embalse. Además sin duda esos falsos “ambientalistas” quieren impedir los avances del proyecto CAREM, una central nuclear modular de diseño totalmente nacional -y por cierto muy avanzado-, que Argentina producirá en serie, tanto para el ávido mercado local como para exportación. La importancia de todo este amplio plan nuclear en marcha es múltiple. En lo concerniente a la generación eléctrica, triplicará largamente la producción de electricidad proveniente de nuestras usinas nucleares, en el breve lapso de 7 a 8 años. Consecuentemente, será un valioso aporte para solucionar la tremenda crisis energética en la que nos sumieron décadas de políticas económicas neoliberales (desde 1976 a 2001), contra la cual los “talibanes de la ecología” jamás protestaron; ¿cómo lo iban a hacer si son parte activa de los promotores de la disolución nacional?
Por supuesto que la enorme masa de energía nuclear adicional, ahorrará cuantiosas cantidades de petróleo y gas natural, que de otra forma se quemaría en nuevas centrales termoeléctricas, produciendo -estas usinas en base a petróleo y gas, que por otra parte no tenemos- enormes cantidades de gases, líquidos y residuos sólidos altamente contaminantes. ¡Pero los ecólatras jamás protestan en estos pagos contra las usinas en base a petróleo y gas! ¿Parece un contrasentido? ¡NO! Greenpeace, Vida Silvestre y similares no pueden ni quieren oponerse a sus “patrones”, las grandes petroleras anglosajonas (de Gran Bretaña y EEUU), que son sus promotores y “espónsores”. ¡Como se ve, más que “ecologistas” son verdaderos fariseos del fundamentalismo ecologista!
Pero Greenpeace va más lejos aún, tiene la osadía de difamar acerca del valiosísimo accionar de todo el Sector Nuclear Argentino, liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Lamentablemente el argentino medio desconoce la vastedad, profundidad y enorme importancia social, económica y estratégica de los Entes Nucleares Argentinos. No sólo su accionar es insustituible para la producción de insumos para tratamientos oncológicos (irradiación de tumores cancerosos), sino también para otros estudios médicos no invasivos. También realiza estudios de resistencia de materiales y otros trabajos de investigaciones, con directa aplicación en la Industria Argentina. Por cierto, se domina y produce todo el proceso de fabricación de combustibles nucleares y del agua pesada, además de prospecciones mineras para la extracción de uranio. Se diseñan y fabrican reactores nucleares para fines pacíficos (medicinales y de investigación). Su campo tecnológico se extiende además a otras áreas de la ciencia avanzada, por intermedio de la empresa asociada INVAP (una estatal rionegrina que nació al amparo de la CNEA), la cual no sólo produce reactores nucleares. También diseña y fabrica satélites, radares, usinas eólicas y otros productos tecnológicos a medida de los requerimientos nacionales.
¡Y no solo se abastece al mercado interno, también se exporta! Hasta le ganamos licitaciones internacionales a empresas estatales del Primer Mundo! Así se entiende la “furia” de Greenpeace contra el Sector Nuclear Argentino, aguijoneada por sus “patrones” británicos. Los ataques contra la central eléctrica a carbón que se está montando en Río Turbio -Santa Cruz- tienen de última similares patrones de motivaciones por parte de Greenpeace. Miente esa transnacional del talibanismo ecologista, al afirmar que esa usina “provocará los derretimientos de los glaciares”. Eso es un absurdo, que solo pueden creer incautos, gentes muy mal informadas, o los “negacionistas psicológicos” que solo repiten el libreto que les inculcaron, previo lavaje de cerebro, tal como sucede con los “perejiles” del violento activismo ultra ecologista.
En las vastedades patagónicas, los gases que emitirá esa nueva usina, serán como una gota de agua en el desierto, totalmente irrelevantes. Pero en cambio será significativo el aporte de esa nueva usina, tanto para proveer una fuente genuina de trabajo en nuestro deshabitado extremo sur continental argentino, para utilizar un insumo local y nacional a muy bajo costo (casi al pie de la mina); y sobre todo contribuirá a ahorrar petróleo y gas natural, que es lo que molesta a los “esponsoreadores” anglosajones de Greenpeace.
Por si a algunos incautos o inocentes les quedara alguna duda, es bueno recordar que esa transnacional de la ecología, de orientación ultra que bien puede catalogarse como incluida en la ecolatría (idolatrización de la ecología), es vox populi entre estudiosos en la materia que en los hechos opera como un apéndice al servicio del British Council (operado desde el riñón del poder británico, y apoyado por el Servicio Exterior, British of Foreing Relations y Embajadas) y del MI6 (el Servicio Secreto Británico), y su fuente principal de financiación proviene de la petrolera anglo holandesa Shell.
Su creación fue consecuencia del montaje del Club de Roma, institución operada desde los mega poderes financieros del G 7 (Grupo de los Siete, o sea EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón); institución de muy bajo perfil desde la cual se operó para crear el movimiento ecologista transnacional, de neto corte fundamentalista, que de hecho opera como una neoreligión pagana; cuyo objetivo es inducir al subdesarrollo crónico, borrando a su vez todo vestigio de Sentimiento Nacional en sus huestes de militantes fanatizados. Bajo la pantalla de la supuesta preocupación por “el medio ambiente”, el Club de Roma y sus acólitos en realidad trabajan para impedir que “el resto de las naciones” (o sea las no desarrolladas) puedan salir del estadio del subdesarrollo crónico. En los hechos el Club de Roma “dicta letra” acerca de los dogmas ultraecologistas que se retransmiten a escala planetaria mediante los medios de comunicación pseudo culturales y otros manejados desde el G 7 (Grupo de los 7), los que operan según el “pensamiento políticamente correcto”, y mercenarios varios. ¿Cuándo tronará el escarmiento contra estos apátridas que actúan para disolver Nuestra Patria Argentina, y las Patrias Hermanas de Latinoamérica? No fue casual que la Rusia de Putin expulsó a más de 100 ONGs “ecologistas y de derechos humanos”, con sólidas acusaciones de espionaje y acciones disolventes contra el Estado Nacional.
Autor: Carlos Andrés Ortiz
Publicado por el sitio CorrienteOpina el 23/11/2009 (http://www.corrientesopina.com.ar)
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