La Mentira de la Democracia
Cuando la dictadura argentina habla de la "democracia" no podemos menos que sonreírnos. Es que ellos siguen la misma escuela de su metrópoli que viene hablando de lo mismo y alabando sus virtudes con tal de que no se cumplan, sino en medida de sus conveniencias. Con la "libertad" y la "democracia" ocurre lo que con la generosidad: que muchos quieren que los demás la practiquen, a fin de hacer más provechoso su egoísmo. Si un gobernante, elegido por su Pueblo, hace lo que su Pueblo quiere y en ese concepto lucha por la justicia social, la independencia económica y la soberanía de su Patria, se le declara "dictador" y su gobierno "totalitario". Si un militar, traicionando la fe jurada a la Nación, usurpa el poder constitucional mediante la traición de la fuerza, tiraniza al pueblo, atropella la Constitución Nacional y suprime todas las garantías ciudadanas pero sirve a los intereses foráneos en perjuicio de su Pueblo, se le considera "democrático" y servidor de la "libertad". El caso argentino es suficientemente elocuente, para que sigamos comentando aberraciones. Así como se ha formado una legión de servidores de la falsedad y de los intereses inconfesables, se trata de formar países dóciles a los manejos por control remoto, mediante calificativos utilizados sin medida por la propaganda interesada. En un tiempo fueron las palabras "nazi-fascista" , que detuvieron a muchos indecisos, luego se utilizaron los vocablos "comunista" o "totalitario" para estigmatizar lo que no era agradable a los mencionados intereses. En último análisis, llegamos a la conclusión de que sólo son "democráticos" los que obedecen las insinuaciones, algunas veces sutiles, o los que ceden a las presiones aunque sean groseras. La "Democracia Moderna", como en los tiempos de la Demos griega, ha pasado a ser una forma "tabú" de calificar países y gobernantes a piacere pero no con el idealismo ático, sino con cartaginesa intención. A ambos lados de las cortinas todos hablan de democracia, pero pocos la practican en beneficio de los pueblos, que se sienten cada día más defraudados por los declamadores de una felicidad cada día más lejana e inalcanzable. Es que los intereses internacionales no se ocupan de ideologías o de formas institucionales más o menos importantes, sino de realidades. Es que también, la "democracia" ha sido influenciada por la era de la hipocresía que vivimos. No interesa ser democrático sino parecerlo. Para ello hay que transar con procedimientos repugnantes, a fin de obtener un "navicert" que inmunice de la acusación. Si se lo consigue, todos los días la United Press cursará despachos, las más de las veces inventados, donde en una forma u otra, venga bien o venga mal, se dirá la palabra "democrático". Así, de la misma manera que la gente se decide por un dentífrico o una pomada, termina por aceptar que Aramburu es un demócrata y que defiende la libertad, aunque estoy seguro de que él ni siquiera sabe lo que es la democracia. No es que yo crea en las virtudes infalibles de la democracia, ni que me sume a los tontos que creen que una palabra puede salvar al mundo, pero sí creo que es realmente indigno que sigamos tratando de engañarnos a nosotros mismos, con una simulación que amenaza con podrirlo todo. Por eso sostengo que hay que luchar por alguna verdad en que creer, antes que la falsedad lo invada todo y leguemos a las juventudes que han de juzgarnos y reemplazarnos algún día, algo que sea digno y verdadero, para que haya, por lo menos, una razón para recordarnos. Hay que hacer la felicidad del Pueblo, en tanto se realiza la grandeza de la Patria, sin incidir en la desgracia ajena. Por ello hay que hacer lo que el Pueblo quiere y no defender otro interés que el del Pueblo. Las interdependencias terminan en las fronteras, donde comienza el derecho de cada país de realizar su justicia, afirmar su independencia y ejercer su soberanía. El propio derecho debe terminar donde comienza el de los demás, tanto en lo interno, como en lo internacional. La riqueza se explica y se justifica sólo si se la utiliza en razón social. La política realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. Nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza. Si se cumplen los principios fundamentales ¿qué puede interesarnos que se le llame o no democracia? Siempre la realidad superará a la ficción. Mejor que decir es hacer, porque lo sublime de las virtudes no está en su enunciado sino en su ejecución. La escuela de la simulación, que tantos adeptos tiene en nuestros tiempos, es la preparación del desastre. Mientras no exista y se practique una verdadera democracia será inútil que una legión de mentirosos se empeñe en declamarla para engañar al mundo.
General Juan Domingo Perón - "Los Vendepatria"
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