lunes, 9 de noviembre de 2009

Marcha Orgullo Gay

La Ciudad de Dios

La Marcha del Orgullo Gay, una fiesta con fuerte reclamo.
Hubo una multit
ud por el matrimonio homosexual. Veinte carrozas desfilaron de Plaza de Mayo al Congreso. Y hubo mucha más gente que en 2008.
La bandera del arco iris, símbolo de la diversidad sexual, ayer volvió a ondear bien alto en la Avenida de Mayo, donde miles de personas participaron en la edición número 18 de la Marcha del Orgullo Gay Lésbico Trans Bisexual. Como todos los años, la procesión sumó varias reivindicaciones a la fiesta, que tuvo como consigna "Libertad e igualdad de derechos. No a los códigos de faltas". Y un pedido repetido: "¡Matrimonio ya!". Pero esta vez la característica fue que, pese al colorido, había menos gente disfrazada, que iba sola o en grupo y hacía que el aire festivo tuviera una fuerte impronta de reclamo por los derechos de la comunidad gay. La actividad fue organizada por diez agrupaciones, entre ellas la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la Asociación Travestis Transexuales Transgénero Argentinas, La Fulana, 100% Diversidad y Derechos y los Putos Peronistas. Empezó con una feria del orgullo, en Plaza de Mayo, que fue el punto de encuentro para la marcha.
Cuenta Plinio el Viejo (siglo I) que en el helado norte se encuentra -parte en Asia y parte en Europa- la fría e inhóspita región de Escitia. En aquella parte del mundo abundan los pueblos extraordinarios; algunos de ellos, monstruosos. De éstos, el más conocido es el de los arimaspos que, como los cíclopes, son monóculos, "caracterizados por tener un solo ojo en medio de la frente y que están continuamente en guerra por las minas con los grifos". Éstos, los grifos, son fieras aladas, que extraen oro de las entrañas de la tierra, siendo tan admirable su empeño en custodiarlo como el de los arimaspos en arrebatárselo.
"Vinimos a divertirnos, pero también a pedir por nuestros derechos –recordó César Cigliutti, titular de la CHA–. Hay cosas que cualquier persona da por sentadas, pero que para nosotros no son posibles, como el derecho a la herencia. Es injusto que haya personas que no tienen leyes que las protejan". A unos metros, Tania una transexual salteña que fue junto a sus amigas Nicole y Brigitte contó con más ánimo de fiesta: "Participamos para pasarla bien, divertirnos y de paso reclamar". Los manifestantes pidieron por el derecho a la identidad de género, la derogación de los códigos de faltas provinciales que criminalizan a la homosexualidad, y por supuesto, por la modificación al Código Civil para permitir el matrimonio gay, un debate que por estos días ya llegó al Congreso Nacional.
También viven en Escitia unos hombres salvajes con las plantas de los pies vueltas hacia detrás de las piernas, Sciápoda que corren a extraordinaria velocidad y vagan de un lado a otro en compañía de fieras. Hay también mujeres con dos pupilas, a las que llaman bicias cuya mirada causa maleficio. Otros tienen las pupilas blancas y son canos desde la infancia. Y es muy maravilloso el pueblo de los andróginos (que también ubica en África) "con características de ambos sexos, que copulan entre sí tomando alternativamente una u otra naturaleza".
Y aprovecharon para parar a cuanto manifestante pasaba, para sumar firmas para su petitorio. Como todos los años, no faltaron los "Osos" (un conocido grupo de hombres corpulentos) con su bandera gigante, y cerca, a pura diversión se veía a varios jóvenes vestidos con polleras escocesas. Otra postal llamativa eran los judíos argentinos GLTB, identificados con quipas y también con la bandera de la diversidad. Diego de ese grupo contó: "Nacimos hace cinco años para poder desarrollar el tema de la homosexualidad dentro del judaísmo porque no es un tema muy hablado en nuestra religión". Y aseguró: "El judaísmo no prohíbe el amor homosexual, pero si el acto. Y trabajamos para cambiar eso e integrarnos dentro de la comunidad".
En la India nacen unos hombres con las plantas de los pies vueltas hacia atrás y con ocho dedos en cada pie. En las montañas vive una raza de hombres con cabeza de perro que emite ladridos en lugar de voz. Uno de los pueblos monstruosos más sorprendentes es el los monocolos, que son hombres "con una sola pierna y de extraordinaria agilidad para el salto; que también se llaman esciápodas, porque en los mayores calores permanecen tumbados boca arriba en el suelo protegiéndose con la sombra de los pies".
Pasadas las 19, una larga caravana con 20 carrozas empezó a desfilar por la Avenida de Mayo y muy pronto ocupó las once cuadras hasta Plaza Congreso. Como siempre, hubo grandes camiones, algunos de boliches gay convertidos en discotecas móviles, con DJs que hicieron saltar y bailar a todos a su alrededor, mientras la avenida explotaba de gente. Y hasta un grupo de chicas, las Fantastic Cake ("Torta fantástica"), contrataron al Trencito de la Alegría. Entre la música se mezclaban unos 50 integrantes de la escuela de percusión "Tumbalata". Sobresalía Ana, vestid de novia con un traje rojo. "Vine así para reafirmar los derechos de la libre elección", explicó. No muy lejos, en un descapotable antiguo estaba Samantha, una travesti que ya otros años se paseó a bordo de lujosas limusinas. "Siempre participo porque las leyes no están bien hechas. Quiero que nos acepten tal como somos". No fue la única con el look motorizado.
No lejos de ellos viven los trogloditas y un poco más allá, "hacia occidente, hay unos sin cabeza que tienen los ojos en los hombros". Con estas mismas características habla de otro pueblo que habita los desiertos africanos y que es conocido con el nombre de blemias. Hay pueblos muy salvajes que no tienen voz y sólo gritan y tienen el cuerpo cubierto de pelos, los ojos glaucos y dientes de perro. Y hay uno cuyas gentes, que se llaman esciratas, en lugar de nariz sólo tienen agujeros. Otro, los ástomos, carece pigmeo-cabrade boca y se alimenta de olores y si el olor es demasiado fuerte o apestoso, mueren. También explicó Plinio que "en primavera, sentados a lomos de carneros y cabras, armados con flechas, descienden en tropel hasta el mar y destruyen los huevos y polluelos de esas aves; la expedición se lleva a cabo en tres meses; de otro modo no resistirían las siguientes bandadas; sus chozas se construyen de barro, plumas y cáscaras de huevo".
Varias chicas llegaron a bordo de motos de alta cilindrada. Como Lorena, en una Zanella Custom donde llevaba a su novia y reclamaban "por los derechos". Chiara, otra travesti, contó que es guía de turismo de la Ciudad de Buenos Aires. "Pero trabajo vestida de hombre, no me dejan hacerlo como chica trans. Por eso elegí vestirme de policía, para incorporar a las trans a otros rubros, así no tienen que trabajar en la calle". El punto de llegada fue el Congreso, donde había un escenario preparado para la Fiesta del Orgullo. Hubo DJs y no faltaron las canciones pop de Leo García, un clásico de la marcha. La sorpresa fue una presentación de Laura Tuny, la cantante y actriz que en los años 80 interpretó a la malísima Etelvina en "Señorita Maestra". Como ya es tradición, antes hubo abucheos a Mauricio Macri y a la Iglesia Católica. Y un "kissing" colectivo, en el que los miles de concurrentes se fundieron en un beso, como un gesto en reclamo de la visibilidad que se les suele vedar a las parejas homosexuales. Pero que ayer estuvo bien presente en Buenos Aires, la Capital Gay de Latinoamérica.
"(...) De ellos habla también la historia profana; resulta que alguno tenía un solo ojo; otros tenían los pies al revés; otros eran de dos sexos y tenían el pecho derecho de hombre y el izquierdo de mujer y si se acoplaban podían concebir y engendrar alternativamente; otros no tenían boca y respiraban tan solo a través de la nariz; otros no medían más de un metro y por eso los griegos los llamaban pigmeos; en cierto lugar las mujeres podían concebir a la edad de cinco años y no vivían más de ocho. Cuentan también que existía un pueblo de hombres que tenían una sola pierna y no flexionaban la rodilla, aunque eran velocísimos: se llaman esciápodos, porque en verano, cuando se tumban en el suelo, se protegen con la sombra de su propio pie (...) " San Agustín (s.IV-V, La Ciudad de Dios, XVI, 8).

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